pintor.

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domingo, 10 de julio de 2011

PORCELANA, CONFETI Y NOTAS MUSICALES.


Con cinco pesos Aldo, Rufino y Paulina no pueden comprar dulces porque son muy caros, pero si pueden comprar un poco menos de medio kilo de azúcar. Siempre después de la escuela estos tres buenos amigos se juntan en una esquina baldía cerca de la casa de Paulina; juegan, cantan, dibujan, se cuentan chistes y pasan un muy buen rato que se les pasa el tiempo volando, también es en este lugar donde la magia azucarada sucede…

Tras varios días con varias bolsas de azúcar y después de aburrirse de comer todo  a cucharadas, intentan algo nuevo, algo revolucionario, algo que les cambiara la vida. Cabe recalcar que ninguno de estos tres pequeños pasa de los 8 años, pero son inteligentes, muy inteligentes.
Fuerte mente armados con una cuchara de metal, unas jeringas y un buen disco de “the Beatles” proceden a dar inicio a este ritual. En este cuento no importa como obtuvieron todo esto; el disco, la cuchara y las jeringas, si no, el resultado que junto con el azúcar, causará en sus diminutos cuerpos.

Rufino saca un encendedor de su bolsa, Aldo prepara una cucharada copeteada de azúcar y empiezan a derretirla, Paulina por su parte esta lista para llenar las tres jeringas con dosis exacta de azúcar derretida.
Con mucho cuidado de no quemarse, los tres comienzan a inyectarse en sus pequeñas bocas de labios rojos este liquido. Tragan al mismo tiempo y esperan…

Inmediatamente los tres se toman de las manos y sin moverse empiezan a dar vueltas como en un carrusel, seguidamente de una sonrisa de oreja a oreja y algunas carcajadas ahogadas se miran a la cara y pierden la conciencia.
Paulina cae al suelo y recostada mira las nubes pasar en forma de animales de porcelana blanca, puede escuchar claramente como sus patitas hacen un ruido como si cristales cayeran al piso y de vez en cuando uno le guiña el ojo.
Rufino suelta las manos sudorosas de Paulina y Aldo, seguidamente empieza a flotar y a dar vueltas sobre su mismo eje (como un pollo rostizado en un asador)
Siente como diminutas partes de su cuerpo se van desprendiendo y elevándose al aire en forma de confeti de colores brillantes.
Por ultimo Aldo se pone el dedo en la sien como una especie de aguja sobre un disco de vinil y empieza a cantar, cada vez que abre la boca salen varias notas disparadas hacia al cielo y estallan como fuegos artificiales.
Rufino, Paulina y Aldo pasan una maravillosa tarde llena de azúcar en sus cuerpos cantando los tres juntos “nothing gonna change my world”.