pintor.

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viernes, 22 de julio de 2011

La muerte de Sofía



 Una mañana de lunes como cualquier otra, Sofía, una no muy amiga de mi madre decidió visitarle.

En medio del desayuno y una buena platica de dietas entre mi hermanita, mi madre  y yo, la puerta suena con unos golpes un poco desesperados. __ ¡los testigos!__ Grita mi hermanita. Voy corriendo a verificar que esto sea cierto, gracias a Dios esto no fue así, lo que si era cierto es que Sofía estaba esperando a que alguien le abra y mas que hambrienta por comer, estaba hambrienta por tener chisme en la boca.
Sentada cómodamente en el lugar principal de la mesa, que hasta entonces solo le pertenecía a mi padre a la hora de los alimentos, Sofía expresaba “alegría y nostalgia” por haber visto a su amiga de toda la vida; Doris, mi hermanita, le servía un caliente y delicioso café, yo le preparaba unos pequeños sándwiches de queso y mi madre, como “buena amiga”, le platicaba las ultimas noticias.

Entre plática y plática Sofía muy entretenida en el chisme toma presurosa el suplemento de azúcar de mi madre y se sirve tremendas cucharadas copeteadas de este dietético. Mi madre guardando compostura y elegancia ante la situación y tratando de no ser grosera observa como esta señora prepara su delicioso café. Apuesto que mi madre habrá pensado: “¿como le digo a esta señora que no se sirva tanto de este azúcar de dieta y no ser grosera?” y no es porque mi madre sea egoísta, es que simplemente con tan solo unas piscas del dietético es suficiente.
Obviamente Sofía no lo sabia y el daño ya estaba hecho.
Al primer sorbo pude ver como Sofía abrió muy grandes los ojos y se le escapó un ligero descontento con su preparado mañanero. Juro que habrá pensado: “ya chingue mi café; pero no quiero ser grosera así que me lo tomaré todo” y para sesgar el sabor muy azucarado de su bebida se metía grandes rebanadas del sándwich a la boca y tomaba apenas pequeños sorbitos de café para poder digerir con facilidad.

Sofía muy entretenida y enredada entre tanto chisme con mi madre empieza a recibir los primeros rayos calientes del sol que entraban por la ventana del comedor y sin esperar mas, las primeras gotas de sudor del  cuerpo de esta señora comenzaron a brotar por su frente.
Mientras mas pasaba el día y los rayos mas calientes de sol envolvían el comedor, la menopausia de Sofía se hacia notar por donde sea que la mires, la señora un poco desesperada solo alcanzaba a abanicarse con las servilletas de papel que mi madre le había dado y sin ayuda de el ventilador de techo ya estaba empapada en sudor. __¡pasemos a mi cuarto donde hay aire frio!__ sugiere mi hermanita. Claro esta que la primera en pararse y caminar es Sofía y nosotros tres atrás siguiéndola con una sonrisa burlona por el estado incomodo de “señora sudorosa”.

Muy refrescada; Sofía ya disfrutaba mas de los acontecimientos que mi madre le decía, había obtenido a base del sudor seco y  el aire fresco del cuarto de mi hermanita un aspecto un poco brillante, como si a parte de usar brillo labial en la boca también lo usara en los pómulos, frente, barbilla y a todo lo largo de la nariz.
__!chisme del año, Sofía! __ grita mi madre, esta sin esperar respuesta, empieza a soltar toda clase de barbaridades a cerca de una personilla; como si la tuviera en frente y la destajara con navajazos  de insultos y mentadas de madre.
“Doña sudores” atónita con los acontecimientos vuelve abrir mas grandes los ojos y semi abre la boca,  mira fijamente a mi madre y queda como una estatua y no por el tremendo bombardeo de “pequeños cuentos de Sodoma y Gomorra” si no porque pareciera que la hubiesen envuelto por varias capas de barniz y dejaran secar al sol. En ese instante el cuarto quedo silencioso y nosotros tres mirando fijamente a Sofía esperando respuesta, cae al suelo y se escucha un seco y fuerte golpe, como si dejaras caer un enorme maso sobre una alfombra.
Mi madre asustada intenta recoger a Sofía pidiendo ayuda de mi hermanita y mía para sacarla a la terraza y le diera “aire de verdad”. El intento de los tres fue inútil, la señora estaba completamente frígida e inerte sobre la alfombra rosa y nueva de Doris. Solo pude decir:__!la vieja y su menopausia han llegado a su fin! Ahora mi madre alterada solo nos grita para que arrastremos la alfombra junto con la señora hasta el jardín. Trabajo nos costo, porque a parte que le dimos un tour por todo el pasillo de salida parecía que pesara mas de 200 kg.

No esta de mas explicar que el estado frígido e inerte de Sofía se debió a la cantidad letal de azúcar dietética que ingirió,  agregado a el baño de sudor que obtuvo en el comedor; esta mezcla de sudor y azúcar de dieta generó en todo el cuerpo una pequeña capa y a demás el aire frío del cuarto hiso que esta delicia azucarada se secara y tapara los poros de esta pobre mujer, ahogándola y endureciendo lentamente.

Ya en el jardín, mi  madre, mi hermanita y yo esperábamos cómodamente sentados a que Sofía despierte. Parecía como si los tres nos hubiésemos juntado a preparar un enorme garapiñado, pues la habíamos extendido a lo largo del jardín y le abanicábamos de vez en cuando para refrescarla.


Retomamos nuestra interesante platica de dietas y entre comentarios burlones y risas, ella tirada en el jardín sobre la alfombra rosa, nunca despertó.
  

Sofía murió  el lunes a las 12:00 del día, el 14 de enero de 1985.

domingo, 10 de julio de 2011

PORCELANA, CONFETI Y NOTAS MUSICALES.


Con cinco pesos Aldo, Rufino y Paulina no pueden comprar dulces porque son muy caros, pero si pueden comprar un poco menos de medio kilo de azúcar. Siempre después de la escuela estos tres buenos amigos se juntan en una esquina baldía cerca de la casa de Paulina; juegan, cantan, dibujan, se cuentan chistes y pasan un muy buen rato que se les pasa el tiempo volando, también es en este lugar donde la magia azucarada sucede…

Tras varios días con varias bolsas de azúcar y después de aburrirse de comer todo  a cucharadas, intentan algo nuevo, algo revolucionario, algo que les cambiara la vida. Cabe recalcar que ninguno de estos tres pequeños pasa de los 8 años, pero son inteligentes, muy inteligentes.
Fuerte mente armados con una cuchara de metal, unas jeringas y un buen disco de “the Beatles” proceden a dar inicio a este ritual. En este cuento no importa como obtuvieron todo esto; el disco, la cuchara y las jeringas, si no, el resultado que junto con el azúcar, causará en sus diminutos cuerpos.

Rufino saca un encendedor de su bolsa, Aldo prepara una cucharada copeteada de azúcar y empiezan a derretirla, Paulina por su parte esta lista para llenar las tres jeringas con dosis exacta de azúcar derretida.
Con mucho cuidado de no quemarse, los tres comienzan a inyectarse en sus pequeñas bocas de labios rojos este liquido. Tragan al mismo tiempo y esperan…

Inmediatamente los tres se toman de las manos y sin moverse empiezan a dar vueltas como en un carrusel, seguidamente de una sonrisa de oreja a oreja y algunas carcajadas ahogadas se miran a la cara y pierden la conciencia.
Paulina cae al suelo y recostada mira las nubes pasar en forma de animales de porcelana blanca, puede escuchar claramente como sus patitas hacen un ruido como si cristales cayeran al piso y de vez en cuando uno le guiña el ojo.
Rufino suelta las manos sudorosas de Paulina y Aldo, seguidamente empieza a flotar y a dar vueltas sobre su mismo eje (como un pollo rostizado en un asador)
Siente como diminutas partes de su cuerpo se van desprendiendo y elevándose al aire en forma de confeti de colores brillantes.
Por ultimo Aldo se pone el dedo en la sien como una especie de aguja sobre un disco de vinil y empieza a cantar, cada vez que abre la boca salen varias notas disparadas hacia al cielo y estallan como fuegos artificiales.
Rufino, Paulina y Aldo pasan una maravillosa tarde llena de azúcar en sus cuerpos cantando los tres juntos “nothing gonna change my world”.